Un libro interesante para los melillenses

Ricardo Ruiz de la Serna

A ningún melillense debería serle ajeno lo que sucede en Marruecos. Una de las primeras cosas que sorprenden a un peninsular cuando llega a la ciudad y pasa en ella algún tiempo es el desconcertante desinterés que algunos muestran por lo que sucede en el país vecino. Como mucho, alguno se interesa por las novedades en Farhana o Beni Enzar y normalmente más por su relación con el flujo fronterizo que por su trascendencia política. En Melilla hay incluso quien se jacta de vivir de espaldas a Marruecos.
Sin embargo, hay otros muchos melillenses que se interesan por las cosas del reino vecino. A ellos les interesará leer, sin duda, “Diario de un príncipe desterrado “, publicado por Editorial Península y escrito por Mulay Hicham El Alauí, primo hermano del rey Mohammed VI y uno de sus principales opositores. No me detendré ahora en las anécdotas y detalles interesantísimos sobre la vida en palacio o la formación de un príncipe de la casa real marroquí. Tiene mayor actualidad la opinión de Mulay Hicham sobre la cuestión de Ceuta y Melilla.
En efecto, se espera que para 2016 la diplomacia marroquí inicie una ofensiva en la ONU para reivindicar, de nuevo, la soberanía marroquí sobre las dos ciudades autónomas españolas así como sobre las islas y peñones. Hasta ahora, parecía que la cooperación en materia antiterrorista y la cuestión del Sáhara eran de mayor interés para Rabat que las viejas reclamaciones sobre el territorio español en África. Si las informaciones publicadas son ciertas, 2016 será un año agitado para la diplomacia española. En este aspecto, hay que esperar pocos cambios de Marruecos. Incluso si el equilibrio de fuerzas se alterase y los opositores del rey –liderados por Mulay Hicham- lograsen una mayor apertura del reino, la posición marroquí seguiría inalterada. Tanto el rey Mohammed VI como su primo –a quien algunos apodan el Príncipe Rojo- creen que la reivindicación territorial sobre las ciudades, las islas y los peñones debe mantenerse. Es cierto que Mulay Hicham declara que esta cuestión se resolverá a través del diálogo, pero no creo que esto tranquilice demasiado a ningún melillense. Esta intranquilidad se transformará en preocupación cuando lean que “hay que […] establecer un vínculo entre el prurito de las “plazas de soberanía” españolas en el norte de Marruecos y la gangrena del antiguo Sáhara español” (pp. 22-23).
Si alguien cree que un cambio en el trono marroquí supondría una modificación de sus reivindicaciones, debe descartar que vaya a venir del príncipe Mulay Hicham. Sus planes de apertura y renovación para el país vecino no pasan por renunciar a unas reclamaciones a las que España se ha venido oponiendo con la razón y el derecho.
@RRdelaSerna

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