El verdadero valor

Ellos sí saben realmente a lo que se están enfrentando. Las víctimas sí dimensionan con absoluta claridad los riesgos, los peligros y las consecuencias del Muro Marroquí en el Sahara Occidental y lo que supone hacer una manifestación frente a él para reclamar el desmantelamiento de esta ignominia que divide el territorio, separa familias, condena pueblos y asesina personas indiscriminadamente, con sus casi 10 millones de minas terrestres y demás artefactos explosivos abandonados tras la guerra.
Ellos y ellas son el estandarte de la esencia de esta masacre a cámara lenta, que amputa y roba vidas. Esfuerzo que les reconocemos mucho más de lo que pueden imaginar, porque sabemos lo que les cuesta estar allí, en el epicentro de su drama, cara a cara con aquella cruda realidad que les convirtió en víctimas inocentes. Sobreponen sus propios miedos para erigirse sin pretenderlo en la mejor y la más evidente de las razones por las que ese maldito Muro debe desaparecer y por la que la presión internacional debe concentrar el esfuerzo en la exigencia al reino alauita de su adhesión al Tratado de Prohibición de Minas y a la Convención de Municiones en Racimo.
Esa adhesión permitirá la entrada de expertos en prospección para la descontaminación del territorio saharaui, a través de cuyo informe se podrán definir los equipos de desminado más idóneos para la actuación en el Sahara Occidental, que complementen el ya existente que, a todas luces, resulta insuficiente.
Porque cada paso que han dado en el desierto con esas muletas debería hacer temblar la tierra bajo los pies de cada uno de los que fueron capaces de poner con sus manos esas putas minas, que aun aguardan cobardes y escondidas, tantos años después de terminada la guerra, para reventar bajo a quien las pisa, quien las toca y casi a quien las sopla. Basta de hacer mal los deberes, señores y señoras, que las víctimas gritan en silencios ahogados que se les escuche y se les vea, que quieren pasar página y no tener que enfrentarse más a esa realidad… Ellos quieren servir de ejemplo para que los civiles no sigan cometiendo los mismos errores y evitar nuevas víctimas y más accidentes. Se arman de valor, se manifiestan y autentifican su poderío al pisar de nuevo su tierra libre para demostrarle al mundo y a los soldados marroquíes -que les observan tan valientes desde un púlpito de 2.740 km y 3 metros de altura fuertemente armado- que no hay defensa que argumente más tiempo la presencia de este Muro y sus minas.
© Elisa Pavón
Foto: Facebook ASAVIM

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