De las delicias del verso y la transgresión de su autor saharaui

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El fallecido poeta saharaui Beibuh Uld El Hach (1929-2017) sobre las reivindicaciones de la identidad saharaui por parte del régimen marroquí escribía un largo poema que se titula “La lengua, el bagaje y la jerga nos separan”. Y Don Quijote decía “Si el poeta fuera casto en sus costumbres, lo será también en sus versos; la pluma es lengua del alma”, y no dudo que lo fue la pluma y alma del poeta Beibuh como lo es Bachir Uld Ali Uld Abderrahaman en casto y pluma.

Este poeta al desarrollar la temática inicial que aparece en el poema de Beibuh zanja cualquier duda en las abismales diferencias que alejan a la identidad saharaui del marroquí y su cultura. El rigor del verso que cantó Beibuh lo ratifica Bachir Ali en este poema.

Opuestos y diferentes a ellos

Opuestos seremos los saharauis con Marruecos

como pueblo,

en la moral y en el credo.

Los ancestros nos separan

Nos separan su traición a la religión,

ellos dicen que su amo es el Rey Hasan

y nosotros decimos

que sólo tenemos un amo:

el Dios todopoderoso y compasivo.

Nos separan costumbres y hábitos,

Nos separan los vocabularios

Nos separan los modos de vida

Nos separa la genealogía

Nos separa la geografía

Nos separan los brotes de verdes hierbas

Nos separan días de calor, fríos y vientos

Nos separan atuendos

Nos separan y nos diferencian deleites y hospitalidad

Nos separan indumentarias

Nos separan el arte de cocinar en el desierto

y desde antaño y desde los ancestros

otros rasgos más nos separan.

Ellos ordinarios son del género humano

y nosotros somos más que esto

porque no nos exponemos para que nos adivinen

leyéndonos en manos llenas de perforadas conchas y caracolas.

Nosotros y ellos opuestos seremos

como pueblo,

en la moral y en el credo.

Reto al marroquí escribir un aguilal en Leboir

o que se enardezca por nuestro canto

o que tenga atisbo de nuestra sombra

o que tenga el mínimo de nuestros gestos

o que tenga una brizna de nuestra guasa,

tú que pretendes conocernos.

Reto al marroquí ofrecer sus alfombras al huésped

como iguala en nuestra generosidad

donde los días transcurren reflejados en nuestra sonrisa

de alma sincera

y nuestras puertas abiertas de par en par

y aglomeradas de convidados.

Le reto a que nos igualen en proteger el vecino

en ser transparentes

en ser hombres al que se pueden confiar.

Le reto a seguir nuestros pasos cuando

enfurecidos golpeamos en la batalla

o cuando acudimos salvar al débil

o saldar las deudas de los que poco tienen.

A Marruecos les aconsejo no tener esperanza

con nosotros.

Nosotros y ellos opuestos seremos

como pueblo,

en la moral y en el credo.

Desde allá asómate y fíjate, verás un marroquí y un saharaui

caminar en un zoco,

observa su caminar y te darás cuenta sus diferencias,

observa la fisionomía

observa el temple y seguridad personal

observa sus manos y sus pies y luego si sigues

observando te darás cuenta de que Dios nos ha diferenciado.

Decidles a Adán y a Eva si es cierto

que han parido para Marruecos este espécimen de humanos,

decidles que a nosotros

nos renegamos de Adán y nos renegamos de Eva.

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