El continente africano ha estado durante largos siglos bajo el yugo colonial occidental, que no comenzó su ocaso hasta después de la II Guerra Mundial, cuando emergió una ola de sentimiento nacionalista de cuño puramente africano. Esos pueblos eran conscientes de que su África debía ser libre, y así fue. Paulatinamente el continente negro se fue despojando de los vestigios de las metrópolis, luego de tantas explotaciones, expoliaciones y segregación racial.
Sin embargo, hubo un país africano que no corrió la misma suerte y no se benefició de aquella cascada de descolonizaciones, y sus posteriores independencias. Y ese país es el Sahara Occidental. Colonia española durante casi un siglo (1884-1975). Y a tenor de las Naciones Unidas, sigue siendo la última colonia africana.
Hasta 1975 llamado Sahara español, el Sahara Occidental es un vasto territorio ubicado en el norte de África, y que después de la vergonzosa salida española fue ocupado militarmente por el Reino de Marruecos, con el beneplácito de la metrópoli europea, que siguió siendo de facto la potencia que administra el territorio.
A partir de aquella fecha, miles de saharauis tuvieron que huir dejando sus hogares para después refugiarse en un territorio concedido por la vecina Argelia. Pero desgraciadamente otros muchos saharauis quedaron atrapados bajo la invasión del ejército marroquí. Y 40 años después, y en pleno siglo XXI, viven en una cárcel abierta, privados de sus más elementales derechos como personas.
En cuanto a los que huyeron hacia Argelia, durante su marcha sufrieron incesantes bombardeos de Napalm y fósforo blanco -armas internacionalmente prohibidas-; ahora viven básicamente de la ayuda humanitaria que reparten las organizaciones internacionales. Cerca de 120.000 almas afrontan las condiciones más infrahumanas, soportando tormentas de arena, temperaturas de 50 grados; y las evidentes injusticias de la Comunidad Internacional.
Una comunidad internacional que año tras año corrobora el derecho legítimo del pueblo saharaui a regresar a su tierra, pero que sin embargo es incapaz de aplicarlo para que Marruecos, que invade el Sahara Occidental, acepte las resoluciones que emanan de las Naciones Unidas.
Los habitantes de la última colonia solo piden justicia y libertad. Nadie en su sano juicio desea estar en tierra de nadie, sino en su tierra, la de sus antepasados; pero solo bajo la condición de ser libre. Y los saharauis solo piden que se aplique la legalidad internacional, traducida en el derecho a la autodeterminación y a la independencia. Su arma: la paz y el diálogo; dos conceptos antagónicos al lenguaje que impera en la región: terrorismo, radicalismo y violencia.
Solo con un Sahara libre, África será libre.
Fuente: cronicadelquindio.com
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