La ciudad de El Aaiun está cercada. El colonizador español instaló vallas de alambre de púas alrededor y dentro de la ciudad. Puestos militares de control vigilan el movimiento de personas y automóviles. Se constata la llegada de los primeros marroquíes en camiones Ford con cabinas pintadas en rojo como los que llevaban las hordas de la Marcha Verde. La impresión general es que ya no hay duda de que España está entregando el territorio del Sáhara Occidental a Marruecos.
Tres meses antes, acababa de salir de la prisión del Cuartel General de la Policía Territorial en el Aaiún. Tras un registro en mi domicilio, la policía española encontró panfletos similares a los que se habían distribuido la noche anterior. Se rumorea que los españoles pensaban que estos panfletos fueron impresos en la sede de la Radio donde yo trabajaba como redactor. Después de ser torturado durante dos días, pasé dos meses en prisión con Abdelkader Taleb Omar, ex primer ministro y actual embajador de la República Saharaui en Argel, Lehreitani Lahsen, asesor de la presidencia, Ahmed Moulay Ali, alias Bazooka, embajador en México y otros 15 militantes que la policía española sospechaba de ser los líderes de la organización clandestina del Frente Polisario.
Tenía entonces 17 años y estudiaba en el único instituto de la ciudad, el Instituto General Alonso. Temiendo por mi vida, mi padre estaba preocupado por mí. Al ver la llegada inminente de los marroquíes, me aconsejó que salga de la ciudad y me fuera a la región oriental que ya había sido evacuada por el ejército español y estaba bajo el control de los saharauis. Por mi parte, no tenía ganas de ir a la cárcel por segunda vez, sobre todo tendiendo que los marroquíes serían mucho más crueles que los españoles. Estaba seguro de que la policía española entregaría a los marroquíes las listas de todos los activistas conocidos, especialmente los que han estado en las mazmorras españolas y de los que formo parte. Un amigo, Abderrahman Tanyi, me invitó a ir con él hacia los territorios liberados. Acepté sin titubeos. Salimos de noche en una Land-Rover Santana que surcó sigilosamente la ciudad esquivando los puntos donde había controles militares.
Llegamos a la localidad de Amgala. Menuda decepción me llevé. Pensaba que había una ciudad y me encontré con un puñado de casuchas que más bien tenía el aspecto de una aldea en el desierto. Decidimos ir a Tifariti. Lo mismo. Acabamos nuestros viaje en la localidad de Mahbes donde fuimos invitados a unirnos a la multitud que se encontraba en el antiguo cuartel español de Tropas Nómadas donde se hallaban cerca de 500 personas que venían del llamado Sahara español, Marruecos, Mauritania, Argelia y Francia. Menos de 48 horas después, nos embarcaron en camiones de la empresa pública de transporte argelino SNTR para ir a Argelia con el fin de recibir entrenamiento militar. Llegamos a un antiguo cuartel francés situado en la localidad de Djenien Bourzeg, entre Béchar y Aïn Safra. Estabamos en el mes de noviembre y hacía un frío glacial.
Adiestramiento militar
El entrenamiento militar fue organizado por oficiales del ejército argelino. Nos reagruparon en 4 compañías de 100 hombres cada una. Fui nombrado jefe de una sección de 30 hombres, una promoción que durará muy pocos días.
Los instructores argelinos en general eran amables, a excepción del teniente Hicham que nos reprochaba el hecho de que lleva 6 meses sin ver a su familia que vive en el norte de Argelia. No vacilaba en dar bofetadas por la más ínfima de las razones. Estabamos condenados a endosar sus saltos de humor.
Un día, el teniente Hicham me ordena organizar un ataque al frente de un pelotón de 10 hombres. El enemigo estaba posicionado en una cresta donde había instructores disparándonos con munición real. Según el teniente Hicham, a menudo el 10% de los contingentes mueren durante el período de instrucción militar. Descontento con mi actuación durante este supuesto ataque, me dijo: « ¡No te quiero como jefe de sección! ». Por milagro, no recibí una bofetada.
El comportamiento de este oficial argelino fue recibido con poco agrado por mis compañeros que empezaron a protestar argumentando que ellos eran « zuar » (revolucionarios) y no soldados de un ejército regular para ser tratados así. Los ecos de la revuelta llegaron a Tinduf que enseguida despachó a Mohamed Lamin Uld El Buhali. Se quedó con nosotros hasta el final del entrenamiento que duró un mes.
El despliegue
Una vez finalizado el entrenamiento, tomamos rumbo hacia el Sáhara en camiones militares argelinos que nos depositaron en Mahbes. Formábamos el contingente conocido en aquel entonces bajo el nombre de « Batallón de Uld El Buhali » por ser éste nuestro comandante. El batallón de 400 hombres estaba armado con rifles A-40 (Kalashnikov), morteros de 60 y 81 mm y roquetas antitanques Bazooka. Mi especialidad eran los morteros de 81 mm.
Una vez en territorio saharaui, la Primera Compañía fue enviada a combatir en el norte, en la región de El Farsia y Hausa, donde se libraban feroces combates contra el ejército marroquí. El destino de las otras tres unidades fue la región de Tifariti, Amgala y Smara en lo que se llamará inicialmente “Región Central” y “Segunda Región”, más tarde. Yo formaba parte de una sección que acampó en Oum Chgag, cerca del pueblo de Boucraa, donde están los yacimientos de fosfato. El resto de la unidad, la 3.ª Compañía, había elegido la región de Jneig Elfaa, al sur de la ciudad de Smara.
En Mahbes, nos llevamos la grata sorpresa de descubrir que había unidades del ejército argelino que defendían los puestos de Mahbes, Tifariti y Amgala. Su presencia tuvo efectos positivos sobre nuestros ánimos un poco influenciados por las duras condiciones de vida, la falta de recursos y armas ante un agresor despiadado y armado hasta los dientes. La batalla se estaba librando en Aïn Ben-Tili, donde las unidades argelinas aplastaron a las tropas mauritanas estacionadas allí. Un avión F-5 del ejército marroquí que vino para socorrerlas fue derribado por un misil argelino tipo Strella.
Uld El Buhali, como ex sargento del ejército argelino de origen saharaui, tenía mentalidad militar y tenía la intención de reservarnos el trato al que está acostumbrado en el ejército argelino. Une vez más, los combatientes saharauis se rebelarán contra el maltrato.
Próximo episodio: La historia de Mohamed Lamin Uld El Buhali
Fuente : Correo diplomático saharaui
Etiquetas: Sáhara Occidental, Frente Polisario, Marruecos, Marcha Verde,
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