El poco peso se ha puesto de manifiesto en nuestro nulo papel en las negociaciones sobre el Brexit, cuando España es el país de la UE más perjudicado en sus exportaciones y turismo
JOSE-DANIEL VILA ROBERT
El ministro de Asuntos Exteriores con Mariano Rajoy, José Manuel García Margallo, decía que los errores y despropósitos se pagan caros. No le faltaba razón y el tiempo lo está demostrando. El vergonzoso papel de nuestra diplomacia en el reciente acuerdo entre Donald Trump y Mohamed VI, por el que Estados Unidos reconoce la soberanía marroquí sobre el Sahara Occidental, del que nuestro Gobierno se enteró por la prensa, ha sido el punto culminante de esa irrelevancia en política internacional, a la que nos han condenado nuestros aliados y que, por añadidura, ha tenido una nueva exposición con el fracaso de la operación denominada «Duque», por la que Pedro Sánchez quería colocar a su ministro astronauta, como director de la Agencia Espacial Europea (ESA). Francia no apoyó a Pedro Duque y nuestro astronauta ha quedado eliminado.
Y este es el tercer portazo que, en materia de nombramientos a puestos de primer nivel europeo e internacional, recibe nuestro Gobierno de coalición. Y hagamos memoria, porque de todo esto se habla y escribe poco. En julio pasado, la ministra de Asuntos Exteriores, González Laya, tampoco fue aceptada como directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con sede en Ginebra. La titular de Economía, Nadia Calviño, pese a su experiencia en puestos relevantes en Bruselas, se quedó sin la Presidencia del Eurogrupo, puesto para el que nuestros socios de la Unión Europea (UE), eligieron al portugués Mario Centeno.
Se me podría objetar que Luis de Guindos y Josep Borrell, andan contentos por Frankfurt y Bruselas, respectivamente, pero el primero de segundo de a bordo y el segundo al frente del negociado más irrelevante que existe en la Comisión Europea.
A mayor abundamiento de mala cosecha, no solo son las personas, también nuestros territorios y ciudades sufren las consecuencias de nuestra caótica política exterior. Hace unos pocos días, la ciudad de León vio rechazada su candidatura para ser la sede del futuro Centro Europeo de Competencia Industrial, Tecnológica y de Investigación de Ciberseguridad, que se irá a Bucarest. Y lo que es peor, ni siquiera consiguió pasar a la ronda decisiva de descartes.
Se trata de una reiterada experiencia negativa, que ya había sufrido en el año 2017 la ciudad de Barcelona, cuando los responsables de la UE, descartaron la capital catalana para ser la sede de la hoy relevante Agencia Europea del Medicamento, que se fue a la ciudad de Ámsterdam. La irrelevancia se ha puesto también de manifiesto en nuestro nulo papel en las negociaciones sobre el Brexit, cuando España es el país de la UE más perjudicado en sus exportaciones y turismo, por la salida del Reino Unido. En resumen, España no es hoy un socio fiable para Europa ni para Estados Unidos y el resto de las democracias occidentales, que ni entienden ni toleran que nuestro Gobierno se haya alineado, en noviembre pasado, con Venezuela y los líderes de la izquierda radical iberoamericana, en la denominada Declaración de La Paz, a iniciativa de Pablo Iglesias y de Rodríguez Zapatero.
Y, para terminar, ahí están las condiciones aprobadas por el Parlamento Europeo, para poder acceder al Fondo de Reconstrucción, esos dineros con los que ya cuenta en su presupuesto el Gobierno de coalición, sin tenerlos todavía asegurados. Unas condiciones que incluyen, expresamente, la posibilidad de suspender los pagos a los países en los que la vulneración del Estado de derecho ponga en peligro la independencia judicial. Hoy España no pincha ni corta en la esfera internacional y, por consiguiente, por mal camino andamos por el mundo en momentos muy difíciles.
Jose-Daniel Vila Robert: Ex subdirector general y director de Patentes e Información Tecnológica del Ministerio de Industria y Energía.
Diari de Tarragona, 25 ene 2021
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