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Según el diario argelino L’Expression, hay « dudas y preguntas sobre la prolongada ausencia del príncipe marroquí ». « En los laberintos del reino atormentado, las preguntas se acumulan sin respuesta: ¿a qué se debe esta ausencia prolongada, cuyos motivos siguen siendo un enigma indescifrable? », dice.
24 horas después del devastador terremoto que sacudió Marruecos la noche del 8 al 9 de septiembre, indica l’Expression, Mohammed VI, acompañado por el príncipe heredero Moulay El Hassan, preside en Rabat una sesión de trabajo dedicada a examinar la situación. En este momento sin precedentes que reunió a la élite político-militar del reino, faltaba un hombre y no el menos importante: el príncipe Moulay Rachid. En tales circunstancias, el protocolo y la tradición dictan que el heredero forzoso esté al lado de su hermano, el rey Mohammed VI. Entre Mohammed VI y Moulay Rachid, la crisis se agrava desde hace meses.
La última aparición de Moulay Rachid, precisa el diario argelino, se remonta a hace unos días, cuando asistió al funeral de Aïcha El Khattabi, última descendiente directa del influyente líder rifeño Abdel Karim El Khattabi fallecido el miércoles pasado. Para muchos observadores, su presencia en su funeral es un flagrante repudio al acercamiento del rey. Por eso esta reaparición del príncipe no disipará la bruma de incertidumbre. Allanó el camino para los susurros que se filtran detrás de los muros del palacio y describen el reino como un lugar de conspiraciones secretas, donde los egos y las ambiciones individuales salen a la luz.
Así, añade, nos enteramos de que en la familia real reina un ambiente de desconfianza. Se observa con recelo y se duda de la autoridad del rey. ¿Quién sucederá a Mohammed VI? Una pregunta inquietante que suscita puñales y dagas y en la que incluso se involucra el jefe de la Dirección General de Vigilancia Territorial (Dgst) marroquí, Abdellatif Hammouchi. Su objetivo es vender a Occidente, en particular, para los estadounidenses, la candidatura de Moulay Rachid como futuro rey en sustitución de Mohammed VI en lugar del príncipe heredero Moulay El Hassan. Ha dado un primer paso, ya que la corriente ya no pasa entre el príncipe heredero y Moulay Rachid. Desde este ambiente real electrizado, el poderoso jefe de los servicios de inteligencia, Abdellatif Hammouchi, quiere aprovecharlo para colocar a Moulay Rachid en el Trono. Al igual que Driss El Bassri, Hamouchi siempre ha tenido predilección por Moulay Rachid en lugar del actual rey.
Siguiendo el consejo de Driss El Bassari, el difunto rey Hassan II iba a nombrar a Moulay Rachid como su sucesor, antes de cambiar de opinión en el último momento por razones que aún hoy se desconocen. Hassan II ejerció plenamente su poder como rey. Era dominante y omnipresente. Quería modelar a su hijo a su imagen exacta. Esfuerzo malgastado. Enviado para realizar una tesis en la Comisión Europea, Mohammed fue visto en bares y discotecas. Disfruta de la compañía de estos acróbatas que inflaman sus vidas y se dejan llevar a su antojo. Esta noticia, que se enteró, sumió al soberano Hassan II en una profunda decepción, hasta el punto de deplorar un « error cromosómico » en su hijo. No se equivocó.
El reino de Marruecos sufre hoy una serie de escándalos: el asunto del espionaje Pegasus, el escándalo de corrupción en el Parlamento Europeo, las drogas a escala industrial, el turismo sexual y la pedofilia, además del tráfico de blancos. Tristes resultados para un reinado que dura un cuarto de siglo. En las últimas semanas, la prensa israelí ha mencionado persistentemente una sedición de generales del ejército real que desafían al líder supremo de los ejércitos, que no es otro que el rey Mohammed VI. De hecho, se habla de despidos de varios generales por haber denunciado los Acuerdos de Abraham. El Frente Marroquí contra la normalización con la entidad sionista está creciendo, atrayendo cada vez a más ciudadanos. Lejos de ser un simple ataque de fiebre, La crisis que se gesta en el Palacio Real es una reacción violenta a una capitulación vergonzosa del Makhzen. Esta profunda falla se vio agravada por la gestión de los efectos del último terremoto.
Cuando surjan dudas sobre la legitimidad, integridad y moralidad del rey. Cuando los rumores de complots y traiciones salpican la vida cotidiana de los ciudadanos, y cuando la sospecha generalizada conduce al establecimiento de un clima de denuncia, debemos afrontar los hechos: la decadencia está a las puertas del reino. En momentos como este, se necesita autoridad. Pero el rey no está ahí… Él reina en modo zoom.
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