Que el lector no se alarme, por favor, no hablaremos de deuda en términos económicos, sino que vamos a realizar un pequeño paseo por la historia de nuestras relaciones en busca de esos intangibles que también tienen gran influencia en las relaciones entre dos países vecinos y que, con una importante historia en común, han llegado a ser no sólo amigos sino también socios estratégicos. Pero además de la buena sintonía en el terreno institucional, entre los respectivos Gobiernos, lo que realmente hace falta es que ambos pueblos, sus gentes, se conozcan, se relacionen, colaboren en diferentes proyectos y sientan ese respeto y esa amistad hacia el otro. Será la manera de conseguir relaciones de confianza que lleven a un desarrollo sostenible de ambos países y sus zonas de influencia.
Y para comenzar este viaje hacia el conocimiento y sin pretender hacer una relación histórica exhaustiva de las relaciones entre nuestros dos países, es necesario destacar que estas éstas tuvieron un punto señalado cuando, según cuentas las crónicas, a comienzos del siglo VIII, el gobernador bizantino de Septem (Ceuta), Olbán, cuyo nombre españolizado era Don Julián, “invita” al comandante bereber Tarik Ibn Ziad (que estaba al servicio del Emir Moussa Ibn Musayr, gobernador del Norte de África) a cruzar el Estrecho de Gibraltar para enfrentarse a las tropas del rey visigodo Don Rodrigo y entonces, Tariq Ibn Ziad, al mando de 7.000 bereberes y gracias a la flotilla de naves del gobernador de Ceuta puso a su servicio, cruzó el Estrecho el 28 de abril de 711 y concentró sus tropas en Gibraltar (cuyo nombre viene, precisamente, de “Djebel Tariq”, o, “la montaña de Tariq”). Cuando supo que el rey Don Rodrigo iba a su encuentro solicitó más hombres al Emir y éste le envió otros 5.000 hombres. Y concentró a 12.000 soldados prestos a la batalla.
Del 19 al 26 de julio de 711 se enfrentaron ambos ejércitos en la batalla de Wadi-Lakka o Guadalete. Esta fue una batalla breve, intensa y decisiva, en la que la victoria de Tariq Ibn Zaiad al frente de las tropas omeyas marcó el inicio de la conquista de Al-Andalus. Posteriormente este comandante bereber conquistaría las plazas de Córdoba y Toledo. Y así, después de este comienzo, seguiría la conquista de España bajo la bandera del Islam.
A causa de ello, nuestros amigos musulmanes se quedaron unos años (concretamente, 780 años) a disfrutar de nuestro país dado que encontraron en él las condiciones para establecerse, crecer y desarrollarse. En 1492, con la caída del emirato de Granada, se cierra el ciclo de la presencia musulmana en nuestro país. Pero debemos decir que durante esos casi 800 años, nuestros vecinos musulmanes nos dejaron una buena muestra de su saber hacer, su cultura y su sensibilidad; entre otras cosas, nos dejaron sus amplios conocimientos en medicina, matemáticas, astrología, botánica, filosofía, arquitectura,…que iluminaron nuestra sociedad en una época en la que Europa se hallaba sumida en la llamada “Edad Oscura”.
Posteriormente les devolvimos la visita a nuestros vecinos argelinos. Los españoles desembarcaron en septiembre de 1505 en Mers el-Kebir (“puerto grande”, llamado también Mazalquivir) y posteriormente en Orán, el 18 de mayo de 1509, bajo el patrocinio del Cardenal Cisneros, donde nos quedamos hasta el 1792 (con un paréntesis desde el 1708 al 1732), después del terremoto de Orán, año en que abandonamos esas tierras argelinas.
La convivencia en esos casi 300 años fue buena con el pueblo argelino. Quizás nuestro pasado musulmán común, la forma de ser y entender la vida y otros lazos comunes facilitaron y propiciaron la convivencia.
Y como nada es totalmente perfecto ni dura para siempre, también hubo algún que otro punto de fricción entre nuestros dos países, como el ocasionado, por ejemplo, por la guerra corsaria entre España y la Regencia de Argel 1822-1827, motivada por la no resolución de tres deudas que Argel reclamaba a España y de las cuales, España sólo consideraba como propia una de ellas (la deuda contraída por el vicecónsul de Orán, Antonio Higuero). Finalmente, el 15 de enero de 1827 se firmó un acuerdo que sustituyó al Tratado de paz, amistad y comercio firmado el 14 de junio de 1786 entre España y Argel.
En aquellos tiempos eran frecuentes las relaciones entre escaramuzas, conquistas, reconquistas, etc. Eran la dinámica habitual de las relaciones mediterráneas de aquella época, un día de un lado, al día siguiente del otro lado y así iban pasando los años….la Historia es así; qué le vamos a hacer…
Por otra parte, es justo y necesario reconocerlo, Argelia fue un país de acogida de miles de andalusíes tras la expulsión ordenada por los Reyes Católicos tras la reconquista finalizada en 1492 y, posteriormente, de miles de moriscos tras la segunda expulsión, que vino de la mano de Felipe II, en 1609.
En la primera mitad del siglo XIX, Argelia acogió a un buen flujo de gente desde Mahón (Menorca) y también en 1946, a otra mucha gente que huyó de la sequía que azotó Alicante en ese año.
En la segunda Mitad del siglo XIX los flujos a Argelia fueron desde Valencia, Alicante, Murcia y Almería. Todas estas personas se establecieron principalmente en el Oranesado, Argel y Constantina.
Argelia acogió entre 1784 y 1936 a muchos exiliados: liberales, carlistas, esparteristas, progresistas, republicanos, federales, cantonalistas e internacionalistas. En fin, para todos los gustos y de todas las ideologías. Más de 15.000 refugiados al acabar la Guerra Civil española, fueron acogidos en Argelia e hicieron de este país su casa, su refugio y el lugar donde llevar a cabo su vida.
Entre los años 1842 y 1936, el pico de población española se produjo en 1896, con 156.560 españoles censados en Argelia. Para darnos una idea del reparto de los españoles en este país, en 1886 representaban tres décimas partes de la población extranjera europea total (franceses incluidos), significando que había censados 3.641 en la provincia de Constantina, 48.599 en la de Argel y 92.290 en la de Orán. Vemos que cuanto más se iba hacia el oeste del país, más españoles se habían establecido en las ciudades.
Barrios como el de Sidi el Houari, en Orán, significaron lugares de convivencia, respeto, amistad y desarrollo entre españoles y argelinos, entre nuestros dos pueblos. Y esa corriente de simpatía hacia los españoles se ha mantenido a través de los años. Como ejemplo, cuando yo vivía en Orán, una vez después de salir del trabajo por la tarde, entré en una tienda de la calle Larbi Ben M’Hidi y me atendió un hombre joven. Cuando empecé a hablar con él, una persona mayor que estaba cerca de él, al fondo de la tienda, me reconoció como extranjero y empezó a hablar conmigo en español. Me contó que en su niñez había vivido en el barrio de Sidi el Houari con los españoles y la convivencia había sido muy buena entre ambos pueblos, como corresponde a vecinos y a amigos. El hombre mayor tenía un muy buen recuerdo de esa infancia compartida con españoles. Supongo que en eso consiste, en parte, la vida, en relacionarse con los demás, en ayudarles y ser ayudado y, en definitiva, vivir bonitas experiencias y tener buenos recuerdos de una convivencia.
Prueba de la convivencia y la herencia española en esas tierras argelinas se palpa, no sólo en algunas construcciones que aún quedan en Orán, tales como la Puerta de España, de 1589; las Arenas de Orán (plaza de toros) de 1908; Fuerte de Santa Cruz (1577-1604); Rampa de Madrid, Fuerte de la Mona, Fuerte de San Felipe, sino también en otras partes del país. Por ejemplo, si nos vamos al este del país, podemos ver el Fuerte de Bejaia, etc.
Pero la convivencia también se expresa en la gastronomía: calentica (hecha de harina de garbanzos, agua, aceite de oliva, sal y comino), paella, etc. y en la lengua; no pocas palabras en el dialecto oranés tienen su origen en palabras españolas de aquella época, de la misma manera que hay muchas de las palabras del castellano actual que tiene raíces árabes debido a la estancia de dicho pueblo tantos años en nuestro país.
Fruto de las buenas relaciones entre nuestros dos países es que en los llamados “años negros” de Argelia, en la época cuando el terrorismo golpeó con más fuerza al país, España fue el único país que mantuvo abierto y en funcionamiento su representación diplomática en el país, que en nuestro caso fue el Consulado de Orán.
Y después de la guerra de Argelia, en 1962, unos 55.000 “pieds-noirs” (personas de origen, principalmente, francés que nacieron en Argelia durante el período colonial francés, que comprendió desde el 18 de junio de 1830 hasta el 5 de julio de 1962, con los Acuerdos de Evian) fueron acogidos por España, y se asentaron, sobre todo en Alicante y sus proximidades. El país que 25 años antes había sufrido una guerra civil y a causa de la cual unos miles de hijos e hijas se habían exiliado en Argelia, fue especialmente solidario a la hora de acoger y compartir lo que tenía con los recién llegados. Estos episodios de acogida mutua de sus respectivos nacionales a lo largo de los siglos, así como la buena convivencia, no han hecho otra cosa que estrechar los lazos de buena vecindad y amistad entre nuestros dos países.
Una vez comentado un trocito de la historia en común permítanme, por favor, comentarles que Argelia es el país más grande de los 55 países que forman África y su superficie es casi 5 veces la de España y, evidentemente, con esta historia de relaciones, puede ser un buen punto del cual partir, así como un puente para estrechar relaciones y colaboraciones con otros países del continente africano.
Argelia es un país rico en petróleo y gas (suponen el 95% de sus ingresos de divisas) y buena prueba de ello son los acuerdos de suministro de gas a España (es nuestro primer suministrador) a través del gasoducto de Medgaz que comienza en el campo gasístico de Hassi R’mel pasa por el puerto de Beni Saf y cruza el mediterráneo hasta entrar en España por la playa del Perdigal (Almería).
Destacaremos que en 2019 España fue el tercer cliente (3.906 Millones de euros y una cuota de mercado del 10,97%) y el cuarto proveedor de Argelia (2.914 Millones de euros y una cuota de mercado de 7,06%). En 2020, año de comienzo de la pandemia sanitaria mundial, España continuó siendo uno de los principales socios comerciales de Argelia, con una cifra de exportaciones a Argelia de 1.916 Millones de euros, mientras que las importaciones ascendieron a 2.511 Millones de euros.
Actualmente hay unas 550 empresas españolas con presencia en Argelia. Existen, en total, casi trescientos proyectos mixtos hispano-argelinos en sectores tan diversos como el agroalimentario, pesquero, químico y farmacéutico, papel y celulosa, mármol, industria jabonera, telas asfálticas, transformaciones plásticas, etc.
Realmente no sé si, a nivel mundial, las reservas de petróleo y gas llegarán a agotarse, sobre todo, teniendo en cuenta que las energías renovables están cada vez más presentes y los motores eléctricos, de hidrógeno, etc. están empezando a sustituir a los de combustión para todo tipo de vehículos. Realmente este nuevo escenario (ya no futuro, sino actual) obliga a los países productores de hidrocarburos a implantar modelos económicos más diversificados y explorar, diversificar y ampliar nuevas oportunidades de desarrollo, potenciando la industrialización y la creación de empleo siguiendo la senda de la sostenibilidad. Pero también estas políticas deben ir acompañadas de medidas para mejorar la eficiencia y equidad del gasto público sin olvidarse de proteger a los sectores más desfavorecidos de la población.
La proximidad entre las costas españolas y argelinas (Orán está a 160 Kms. del Cabo de Gata, en Almería) y, no obstante, la lejanía en la mente de los españoles hace que debiéramos relacionarnos más y conocernos mejor. No se puede amar aquello que no se conoce y, a veces, ni siquiera se respeta. Por ello, y para poner en valor este país, cuando comento que Argelia es un país rico no me refiero solamente a sus reservas de gas y petróleo. Voy más allá. Me refiero a su esencia como pueblo, a su origen bereber, a su diversidad cultural. Hablo de la calidez y amabilidad de sus gentes, a su sentido de la hospitalidad y acogida hacia los visitantes y de una manera especial, hacia los españoles, que hará que nos sintamos en nuestra casa. El hecho de haber tenido una gran parte de nuestra Historia en común ha creado lazos que van más allá de lo palpable a simple vista.
Argelia es un país desconocido para la mayoría del gran público en gran debido a que el turismo no ha sido un foco de desarrollo y eso ha impedido que el público pudiera conocer lo que este país puede ofrecer. Salvo que, como quien esto escribe, hayas tenido la oportunidad de vivir y trabajar unos años en este país, es poco probable que te hayas aventurado a hacer turismo en este país que tiene muchas maravillas por descubrir y ofrecer al visitante.
Y como el turismo es una fuente de riqueza, descubrimientos, encuentros y colaboraciones entre países, se trata de un país con un potencial y una capacidad enorme de desarrollo en este terreno y con una capacidad de sorprender al visitante, al mismo nivel que las maravillas que podamos ver.
De hecho, los diez parques naturales y siete lugares patrimonio de la UNESCO (Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) que posee el país pueden ser unos buenísimos atractivos para la visita del turista extranjero, además de una fuente de creación de empresas y puestos de trabajo que atraerán divisas al país. Argelia tiene, como decía, un magnífico potencial en este campo y podría llegar a desarrollar una industria sólida y pujante que haga del turismo unos de los focos de riqueza del país.
Y para colaborar con este objetivo de crecimiento y desarrollo, se ha puesto en marcha el plan Foco África 2023, presentado el 29 de marzo de 2021 por el presidente del gobierno de España, Excmo. Sr. D. Pedro Sánchez, y con él se pretende poner un foco de esfuerzos y colaboraciones en dicho continente y, por supuesto en Argelia. Este Plan Foco África 2023 pone el objetivo en el conocimiento mutuo y en la colaboración conjunta como un medio para lograr un desarrollo sostenible de personas, empresas y países De hecho, se recogen 7 puntos que comprenden acciones en favor de la paz y la seguridad, desarrollo sostenible y crecimiento económico inclusivo y resiliente, refuerzo de las instituciones y movilidad regular y ordenada. En base a estos puntos, nuestro vecino y amigo país, nuestro socio estratégico, Argelia, viene determinado como país prioritario en el ámbito económico, por su gran interés y atractivo para las empresas españolas.
Argelia es un país comprometido con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de hecho, en el informe nacional voluntario presentado en Naciones unidas en julio de 2019 sobre el estado de las acciones llevadas a cabo en relación con los 17 objetivos, puso de manifiesto el esfuerzo realizado en cuanto al desarrollo social, así como los desafíos que deberá acometer en cuanto a la diversificación económica y adaptación a los nuevos escenarios que el cambio climático supondrá. Pero evidentemente, la consigna de “no dejar a nadie atrás” establecida por Naciones Unidas en el año 2020 significa trabajar en coordinación y esto España lo puede hacer. Un valor añadido es que ambos países tienen zonas geográficas con situaciones climáticas parecidas y la experiencia de España en el campo de la sostenibilidad puede servir de ayuda a nuestro vecino y amigo país.
Temas como el desarrollo y la gestión de infraestructuras relacionadas con la gestión del agua y el saneamiento, las energías renovables, etc., entre otras materias, pueden hacer de España y Argelia unos perfectos aliados que los lleven a reducir las desigualdades y corregir las brechas de desarrollo para alcanzar unas cotas de sostenibilidad conjuntas que hasta ahora no habían sido conseguidas.
Desde el Tratado de paz, amistad y comercio firmado en 1786 entre España y Argel, han sido muchos los tratados de cooperación y buena vecindad que se han firmado entre nuestros dos países. Tanto es así que el Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación firmado el 8 de octubre de 2020 dio como resultado que, en el año 2003, se celebrase en Argel la primera Reunión de Alto Nivel (RAN) y a partir de esa fecha se han venido sucediendo estas reuniones cada dos años y de manera alterna entre la capital argelina y Madrid. La próxima Reunión de Alto Nivel, la VIII, tendrá lugar en Madrid en el segundo semestre de este año 2021. A lo largo de estas Reuniones se han firmado acuerdos que comprenden los campos de la defensa y la seguridad, parlamentario, judicial y consular, cultural y económico y financiero.
Estos acuerdos deben transformarse en proyectos, en desarrollos de colaboración y creación de oportunidades para ambos países de manera que ambos gobiernos hagan todo lo posible por desarrollar instrumentos que permitan fomentar el desarrollo sostenible y aumentar la calidad de vida de las personas y las riquezas del país.
Una de las líneas de colaboración mas importantes es la que trata el tema de la inmigración ilegal. Esta situación es especialmente trágica ya que trocitos del corazón de Argelia se pierden con cada vida que se ve truncada y va al fondo del Mar Mediterráneo.
Argelia (ni España) no puede permitirse seguir perdiendo a sus hijos, a ese capital humano en un viaje que, en muchas ocasiones, tiene un trágico final.
Les voy a contar una historia personal para poder explicarles mejor esta situación. Yo estaba llevando a cabo en Orán un proyecto relacionado con la gestión del agua y el saneamiento. Pues bien, una mañana llegué como de costumbre, a primera hora, a una de las desaladoras que gestionaba, la de Bousfer y según me acercaba a la planta de tratamiento de agua vi un remolque de una barca entre la línea de agua y de la arena de la playa y cuando pregunté por ello, unos compañeros argelinos me dijeron que se trataba de inmigrantes argelinos que habrían llegado por la noche a la playa con un coche y ese remolque con una barca. Habían acercado el remolque hacia la orilla del mar, posteriormente habían sacado la barca del remolque y habían tomado rumbo a las costas españolas dejando el remolque abandonado en la playa y el conductor volviendo con su coche a su casa. Si llegaron bien y con vida a España no lo supe nunca….pero esta historia se repite con mucha frecuencia en muchas costas argelinas y decenas de vidas se pierden en esa travesía todos los años y, evidentemente, eso no puede seguir así.
A todo eso, si os preguntáis qué pasó con el remolque abandonado…recuperamos el remolque para que no quedase en la playa por si alguien, alguna vez, venía a reclamarlo….cosa que nunca ocurrió. Como digo, no supe nunca que fue de los ocupantes de la barca, pero si os digo que cuando pasa eso, una sensación de vacío, de soledad, de impotencia se apodera de ti y te dices a ti mismo que esto debe cambiar. Y para ello deben trabajar conjuntamente nuestros gobiernos, para evitar esta pérdida de vidas en los mares.
En base a esta experiencia y muchas otras parecidas podríamos preguntarnos ¿Qué ocurre en el interior de una persona cuando su mayor deseo al acabar sus estudios universitarios es irse a Europa a trabajar?. Eso me lo dijeron algunos universitarios que conocí…¿O por qué se pasa el tiempo mirando al mar intentando ver las costas españolas desde Orán y otros pueblos de la “corniche”?
Cuando a través de las múltiples antenas parabólicas se ven los diferentes programas de la televisión española y de otros países de Europa y que imaginan un mundo y una vida de oportunidades que, en realidad, dista mucho de ser la real.
Sólo mediante la formación y el desarrollo de oportunidades “reales” de vida se podrá revertir esta tendencia “cuasi suicida”. Y en este desarrollo, España y las empresas que tienen presencia en Argelia sí que podrían jugar un papel relevante, ayudadas, lógicamente, por una legislación del país norteafricano que facilite el aprendizaje, las estancias de formación en empresas y su incorporación posterior o la creación de estas y, en definitiva, propiciar un desarrollo sostenible para todas estas personas jóvenes que serán el futuro de su país.
Estas empresas, como digo, están llamadas a protagonizar un nuevo modelo de desarrollo en el país. No sólo se trata de nuevas oportunidades de negocio, sino también de nuevas oportunidades de formación y transferencia de conocimientos especializados a los nativos del país que en ellas trabajen. Me acuerdo de que uno de los principales objetivos de la empresa en la que trabajé en Argelia fue la transferencia de conocimientos, de “savoir faire”, a todo el personal de la empresa, a todos los niveles y departamentos, es decir, desde la base hasta la alta dirección. Y lo digo en primera persona ya que tuve la oportunidad de ser parte de ello en cuanto a las personas que formaron equipo conmigo. En nuestros inicios, diseñamos un plan de formación adaptado a las necesidades y características de cada persona y con la vista puesta en su desempeño en el puesto de trabajo y en su desarrollo futuro. Esto debería ser lo normal, porque así, el día en que termine la misión por la que una empresa es contratada, el conocimiento queda en la sociedad argelina, en esos trabajadores, para poder continuar y desarrollarse de manera libre e independiente.
Argelia, con un 29,7 % de su población entre los 15 y 34 años, es un país joven. Es un país con un potencial de desarrollo importante y en el que las personas jóvenes jugarán un importante papel en el futuro del país y teniendo estas oportunidades de desarrollo profesional, esas personas jóvenes trabajarán para lograr un país más desarrollado, más sostenible y más fuerte. De otra forma, no se logrará ese deseado y merecido crecimiento.
De otra forma, habrá gente que seguirá abandonando su país. Y eso no se hace por “deporte” y mucho menos en una patera jugándose la vida a “todo o nada”. Eso es un signo de desesperanza, de desilusión mayúscula ante lo que entienden como una total falta de oportunidades de desarrollo y de futuro.
Y no olvidemos tampoco que Argelia también acoge a muchos de los migrantes que llegan al país desde sus fronteras del sur.
Es un país que da cobijo a miles de personas. Es un país en el que la juventud debe tener acceso a oportunidades de desarrollo profesional y confiar en sí misma y eso lo hará si encuentra en su país las oportunidades de desarrollo que les permitan poner en valor todo su potencial.
Como decía Sidi Boumediene, el maestro sufí nacido en Cantillana (Sevilla) en 1116 y que tras su muerte en Tlemcen, en 1198, fue considerado como el patrón de esta última ciudad. “No eres plenamente libre mientras quede en ti un ápice de egoísmo” y por supuesto, no es con egoísmo como debemos dirigirnos, tratar y colaborar con nuestros vecinos del sur y, hasta hermanos, podríamos decir, sino con la sana voluntad y grandeza de miras de colaborar conjunta y coordinadamente en su desarrollo sostenible como sociedad y país.
Y una forma de colaboración fundamental es también a través de la difusión de las respectivas culturas a ambos lados del mar Mediterráneo. Es cierto que el Instituto Cervantes está haciendo una buena labor de difusión de nuestra cultura (de ello puedo dar fe por mi experiencia y relación con nuestro mejor embajador cultural, como es dicha entidad), pero se debería hacer más. De la misma manera que ambos gobiernos conjuntamente podrían hacer más acciones en favor de la difusión de la cultura bereber en nuestro país. Y no me refiero a un festival puntual o a una feria o conferencia, que, con estar bien, no permiten que se mantenga en el tiempo y en el pensamiento de la población. Seamos ambiciosos en este objetivo cultural y ofrezcamos a nuestros países las oportunidades que los intercambios culturales nos da para conocernos y reconocernos como vecinos, como amigos con los que recorrer y disfrutar de un camino de desarrollo común.
Hace unos cuantos años se decía en Europa que “África comienza en los Pirineos”. Quizás esto que se decía en términos no muy amables hoy día podemos transformarlo en un abanico de oportunidades hacia nuestros vecinos del sur y hacer de España, dada su situación geoestratégica, un puente para el entendimiento entre Europa y África y, por supuesto, un puente de conocimiento, cooperación, confianza y amistad entre nuestros países. España perfectamente podría liderar una forma más “humana”, más respetuosa con la dignidad de los pueblos y más sostenible de hacer política y de cooperar, no sólo con Argelia, sino con el resto del continente africano.
El Emir Abd el-Kader, padre de la Argelia moderna, un hombre ilustrado y respetado allá por donde iba demostró una apertura de miras y un espíritu de tolerancia que es necesario emular para caminar en estos tiempos convulsos y, a veces, inciertos. Siguiendo su ejemplo y ante los retos que el futuro presenta al mundo, y centrándonos en aquello que nos une, que es muchísimo más que lo que nos separa, debemos saber que las relaciones hoy día son multidimensionales y multigeográficas y este país al sur de nuestras fronteras tiene mucho que aportar si España tiene la visión, la generosidad y la determinación de trabajar juntamente en los retos que el futuro nos presenta.
Como decía al principio, no se trata de una deuda relacionada con el dinero sino de sentimientos, de actitudes, de dejar que hable nuestro corazón y acompañar a un pueblo amigo y hermano en un camino y un desarrollo compartido de manera fraternal. Argelia merece nuestra mayor atención, nuestra amistad y compromiso, ella hará honor a esa confianza y además, la llevaremos siempre dentro de nosotros y tendrá, como es mi caso, un sitio en nuestro corazón, porque, como decía el escritor y poeta cabileño Malek Haddad:
“Nunca llegamos por primera vez a Argelia
y cuando nos vamos,
no la dejamos para siempre”
FERNANDO NOVO LENS
Presidente de la Asociación Cultural Hispano-Argelina « Miguel de Cervantes ».
Licenciado en Farmacia y Master en Gestión Ambiental y Auditorías.
Experto en sostenibilidad y geopolítica.
El Obrero, 10/04/2021
Etiquettes : España, Argelia,
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