Jesús María Martínez Milán
Resumen
Entre finales de la década de 1960 y principios de la de 1970, el mercado mundial de fosfatos atravesó por un período caracterizado por la caída de la demanda y la guerra de precios entre los principales productores.
En esos momentos un nuevo actor, el fosfato sahariano, hacía acto de presencia en el mercado mundial.
En este artículo analizo las diferentes estrategias puestas en marcha por los principales productores para controlar el fosfato sahariano. Sostengo que España se alió con Marruecos con el fin de compartir mercado con su mayor competidor.
Sin embargo, esta estrategia quedó desvirtuada desde el preciso momento en que Madrid dio prioridad a los intereses de la industria de fertilizantes española sobre los de Fosfato de Bu Craa, S.A.(Fosbucraa). Todo ello al comienzo de una nueva coyuntura marcada por la salida de España del Sahara y la caída de la cotización internacional del fosfato.
Introducción
A diferencia de lo ocurrido en la zona norte del Protectorado español en Marruecos, donde el negocio minero estuvo en manos de la oligarquía financiera española, cuyo único objetivo fue recoger beneficios y evitar, en lo posible, realizar inversiones tanto en el mantenimiento y la renovación de los medios de producción como en la propia región (Morales Lezcano, 1976;
Madariaga, 1999; Díaz Morlán, 2015), en el Sahara Occidental fue el Estado español el que puso en marcha, en 1962, la Empresa Nacional Minera del Sahara, S.A. (Enminsa) con el fin de encontrar yacimientos de fosfato comercialmente explotables en una zona, la parte septentrional de la colonia, que se venía investigando desde 1947. Dos años después (1964) no sólo se había descubierto y cubicado uno de los criaderos de fosfato más importantes del mundo en cuanto a calidad y cantidad se refiere, Bu Craa, sino que se habían proyectado las obras necesarias para su explotación.
Las grandes inversiones necesarias y los gastos desembolsados dieron paso a un déficit crónico en las cuentas de la sociedad a partir de 1965, que el gobierno español intentó atajar en los años siguientes con la búsqueda de socios norteamericanos que facilitaran la financiación. Entre 1966 y 1968, y después de un periodo de selección, Madrid entabló conversaciones con la International Mineral & Chemical Co. (imc). Decidido como estaba a permanecer a toda costa en el Sahara, el fracaso de las conversaciones llevó al gobierno español a financiar por su cuenta las inversiones necesarias. Para ello cambió el nombre de la sociedad a Fosfatos de Bu Craa, S.A. (Fosbucraa), incrementó su capital social hasta 5 000 millones de pesetas y nombró un nuevo consejo de administración.
La aparición de Fosbucraa en el panorama mundial de los fosfatos atrajo el interés de los principales productores mundiales de roca fosfática, ya que suponía la entrada de un nuevo competidor que aportaría más fosfato de alta calidad en un periodo coyuntural, 1966 a 1971, marcado por el estancamiento de la demanda y la caída del precio mundial. Si a ello añadimos que el yacimiento de Bu Craa se encontraba en un territorio cuya descolonización reclamaba la onu y que era motivo de las reivindicaciones de Marruecos, tendremos además un plus político que convirtió los fosfatos del Sahara Occidental en un objeto de deseo.
La documentación utilizada es la de la empresa Fosbucraa que se encuentra depositada en el Archivo de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (asepi), el cual conserva los fondos del antiguo Instituto Nacional de Industria en Madrid, y la documentación diplomática de la embajada francesa en Rabat, ubicada en el Centro de Archivos Diplomáticos de Nantes.
Lamentablemente, no hemos podido acceder a la que se encuentra en el Archivo General de la Administración Pública, en Alcalá de Henares, ya que la Ley de Secretos Oficiales impide, por ahora, su libre acceso.
El artículo está estructurado en cuatro apartados. En el primero se realiza un sucinto estudio de la situación del mercado mundial de fosfatos naturales en los años sesenta. En el segundo se analiza el papel de las industrias de fertilizantes francesas, que figuraban entre las mayores consumidoras mundiales, en un intento de tejer una alianza entre Marruecos, España y las sociedades de fosfato de Senegal y Togo, en las que tenían una presencia accionaria mayoritaria. Para concluir, en los dos últimos apartados se abordan los intentos de dos de las mayores empresas de fosfatos, imc y la marroquí Office Chérifien des Phosphates (ocp), por alcanzar acuerdos con Fosbucraa, y cómo los intereses de ambas partes en el mercado mundial y europeo, así como el juego político de Rabat, propiciaron, con el beneplácito español, un cártel hispano-marroquí que tuvo un corto recorrido en el tiempo.
Tags: fosfato, Sahara Occidental, minería, Marruecos, Estados Unidos, España, Fosbucraa,
Soyez le premier à commenter