por Fernando Llorente
Maite Lorenzo murió ayer. Entre las muchas causas necesitadas de espíritus solidarios, por las que empeñó buena parte de sus días, ocupó un lugar principal, la saharaui. Ella contribuyó a que el espíritu de resistencia de un pueblo por no ser expulsado a las cunetas de la historia, mantenga su fuerza. Su relación con el pueblo saharaui fue la de un activismo discreto, humanitaria y solidariamente eficaz.
Su vida estará siempre unida al devenir histórico del Sahara Occidental. Su muerte será siempre un pesar en el corazón de los saharauis. Día a día, hasta que llegue el de la justicia y la libertad, por las que Maite luchó con apasionamiento.
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