La región del Magreb pasa estos días por su momento más crítico desde principios de la década de los noventa. Y no es casualidad que, a pesar de varias reuniones a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no haya sido capaz a día de hoy y tras casi un mes desde el estallido de la crisis entre el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, y el reino de Marruecos, de lanzar un mensaje claro y preciso en defensa del primero.
El Consejo de Seguridad que, en los últimos años, se ha caracterizado por la rapidez de sus actuaciones en respuesta a grandes desafíos globales, con resoluciones en apenas 24 horas como ocurrió en casos tan dispares como las sanciones a Siria o a la República Islámica de Irán, ahora siembra las dudas en torno a la lentitud de su actuación en el Sáhara Occidental.
Según fuentes del propio Consejo de Seguridad, esta falta de consenso viene a raíz de la oposición de Francia, Egipto, Senegal y España. Esta última bajo sobornos del lobby marroquí, según ha anunciado la web especializada en la cobertura mediática de las reuniones del Consejo, Inner City Press. Aunque, en realidad, la cuestión va más allá de una supuesta oposición (que siempre ha existido) y que queda en entre dicho cuando se trata de la propia credibilidad del máximo órgano internacional.
Maniobras del Frente Polisario esta mañana en la localidad de Bir Lehlu, Sáhara Occidental. Fuente: Omar Slama.
Resulta difícil de comprender esta actitud del Consejo de Seguridad (no sólo en el caso de un simple respaldo a su Secretario General), sino teniendo en cuenta que Marruecos, un país que ha estampado su firma tras el alto el fuego con el Frente Polisario en 1991, ha dispuesto a sus anchas expulsar al personal civil de la Misión de las Naciones Unidas por el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO) y cerrar de forma unilateral la oficina de enlace militar de Dajla.
La respuesta del Consejo de Seguridad ante tal violación de los principios de la Carta de las Naciones Unidas dirá mucho, y más aún cuando ya hay indicios de una supuesta “mano negra” que utiliza a Marruecos para desestabilizar la región del Magreb. No es casualidad que tras Siria y Yemen, se centre el foco en el Sáhara Occidental, encendiendo una llama que ya en sí era un volcán a punto de estallar.
Ante tales acusaciones, cobra sentido el hecho de que el Consejo de Seguridad esté siendo muy permisivo, llegando incluso a generar dudas sobre la veracidad de sus actuaciones en este contexto.
Con este escenario ha llegado el anuncio del Frente Polisario de elevar la alerta militar dando una repuesta clara a las actuaciones de Marruecos, y es que las autoridades saharauis son tajantes en esta cuestión: « o retorna el personal civil y se cumplen los acuerdos firmados, o entraremos en una guerra que dará mucho que lamentar ».
Marruecos acusa al Secretario General de falta de rigor al denominar el Sáhara Occidental como « territorio ocupado » aunque éste figure en la lista del organismo de la ONU “Comité Especial de los 24”como uno de los “territorios no autónomos bajo administración de potencias coloniales”. Y a pesar de que hace más de cuatro décadas la ONU se refiriese en los mismos términos a la presencia marroquí en territorio saharaui en la Resolución de la Asamblea General, aprobada el 21 de noviembre de 1979, y en la que pide de forma clara y contundente al Reino de Marruecos que ponga fin a la ocupación del Sáhara Occidental.
Muchas dudas e interrogantes dejan estos últimos pasos dados por el reino alauí, un reino que tras los fracasos por abrir una brecha en la Unión Africana (en la cual está vetado), los continuos batacazos en Bruselas y la batalla con el Secretario General y su enviado especial, ha acudido necesitado a los países del Golfo Pérsico. Marruecos busca en Arabia Saudí el oxígeno que le falta ante el aislamiento internacional. No es la primera vez que la Arabia Saudí envuelta en una guerra sin fin en Yemen, acude a socorrer a Mohamed VI; el dinero saudí ha sido el gran valedor de la pobre y cada vez más insolvente economía marroquí.
No cabe duda de que los próximos días serán trascendentales en el futuro de la región del Magreb, un futuro que depende del propio Consejo de Seguridad.
OMAR SLAMA
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