La monarquía marroquí acaba de orquestrar una gran manifestación contra la ONU en Rabat en presencia de numerosos oficiales del Majzén et líderes de partidos! Ban Ki-moon, el Secretario General de la venerable prganización onusina, que reiteró el derecho inalienable del pueblo saharaui a la autodeterminación durante su reciente visita en la región, fue tratado de todos los adjtivos peyorativos! Que eso venga de una asocación o una ONGm sería comprensible, pero que el rey y sus cortesanos puedan permitirse faltas de esta índole hacia las Naciones Unidas, constituye una grave afrenda sin precedente a los buenos usos diplomáticos. Se trata, claramente de un comportamiento indigno de un Estado miembro de la ONU. La reacción de Ban Ki-moon no se hizo esperarm juzgando « tales ataques como irrespetuosos hacia su persona y la ONU », exigiendo aclaraciones al Ministerio marroquí de Asuntos Exteriores y garantías de que tales excesos no se repitan.
El Polisario, en última instancia, no es el único que denuncia la « terquedad » del rey Mohammed VI, quien, de repente, puso sus apoyos incondicionales (Francia, principalmente) en una situación embarazosa. La reacción rencorosa del palacio real se ha converytido en escándalo en los medios diplomáticos y la prensa internacional.
Nadando contra la corriente de la historia, sólo el reino wahabí de Arabia Saudita apoya la ocupación colonial marroquí, declarando estar dispuesto a violar el derecho internacional e invertir en el Sahara Occidental. Gran exportador del extremismo y el terrorismo en el mundo, esencial factor de inestabilidad en Oriente Medio y principal responsable de la derrota de los países árabes, el trono medieval saudí obra, visiblemente, por crear el caos en la región MENA (Oriente Medio y el Norte de África). Generosos patrocinadores de todos los extremistas que hoy devastan Siria, Irak, Libia y Yemen y amenazan a muchos otros países como Túnez, Líbano, Egipto, Argelia y los Estados africanos subsaharianos, Arabia Saudita y sus clones del Consejo de cooperación del Golfo (CCG), con el apoyo de la Turquía de Erdogan, ponen en peligro la estabilidad del mundo entero. Rusos y estadounidenses comparten, por una vez, las mismas preocupaciones sobre esta cuestión. Las incautaciones de armas extremadamente peligrosas, operadas en los últimos días en varios países, entre ellos Argelia, revelan, poco a poco, esta diabólica estrategia del caos. La amenaza se precisa.
Los ricos reyezuelos árabes, enloquecidos por la pérdida de su nociva influencia en el curso de los acontecimientos, exponen el mundo a una verdadera catástrofe. Ellos saben que sus tronos están amenazados por el viento de la libertad y democracia que sopla fuertemente en la región desde 2011. Parecen decididos a detener la inexorable marcha de la historia aunque tengan que adoptar la postura de Estados gamberros. ¿No es hora de ponerlos en su lugar? Miser sobre un hipotético cambio en la Casa Blanca que les sería favorable, los Saud y sus esbirros actuan abiertamente en contra de la legalidad internacional y ponen en duda la autoridad de la ONU y las instituciones multilaterales que rigen las relaciones internacionales. Estas monarquías medievales, que todavía cortan manos y cuellos por delitos de lesa majestad no tienen cabida en el siglo 21. Al igual que los dinosaurios, deben adaptarse o desaparecer para siempre. Pero su bárbara ofensiva revela su debilidad y anuncia su triste fin de reinado.
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