Una de las victimas de Mansur Omar, su propio hermano

Abdelkader Taleb Omar y Mansour Omar trabajaron durante años con las masas populares como gobernadores de la wilayas.
Junto con Sidahmed Batal y el difunto Jalil Sid Emhammad inventaron las conferencias populares (nadawat) basadas en los comités populares de Gadafi. Reunian a los habitantes de cada daira bajo el mismo techo y seguían métodos muy estrictos para imponer una disciplina ciega. Desde su tribuna llamaban a cada una de las mujeres que residían en ese campamento para rendir cuentas. A veces, la amonestaban porque falto al trabajo. A veces simplemente porque había rechazado a un combatiente que venia pidiendo su mano. 
La mayoría de las veces, la pobre mujer acabada reconociendo que es una “mundassa” (infiltrada) o una “qabaliya” (tribalista). 
Kader y Mansur achacaban todas las faltas y defectos a la calidad “tribalista” o “infiltrada”. Era su manera de luchar contra el tribalismo y contra la indisciplina. En aquellos años, aquellos métodos dieron resultados positivos sorprendentes. 
Sin embargo, Kader y Mansur resultaron los peores tribalistas de todos los tiempos. Aquellas secuelas del atraso social y cultural contra las que luchaban fueron utilizadas como arma contra sus propios camaradas de la lucha.
Los disturbios provocados por estos elementos en 1988 echaron al suelo la alta moral que caracterizaba a los ciudadanos y combatientes saharauis. Hasta el punto de abandonar la causa y caer entre los brazos del enemigo como hizo el cabecilla de la insurrección, Hadrami.
Nadie se libró de las metrallas de aquella malvada acción. Incluso el hermano de Mansur, conocido con el apodo de Kubala porque daba clase de deportes en la Escuela 12 de Octubre tiró la toalla y se fue a Dajla para vivir con la subvención que los marroquíes dan a los tránsfugas. Unos años mas tarde, morirá en un accidente de tráfico entre Dajla y El Aaiun. Su hermano no asistió a su funeral.

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