Unos días antes, lo escuchamos en el Teatro Alfil, junto al también actor Alberto San Juan y al editor José María Fernández-Cuesta, presentando Razones para la rebeldía. Un valiente alegato de ciento cuarenta y una páginas, resultado de una larga conversación con el periodista Pascual Serrano, autor de obras críticas y desmitificadoras como Traficantes de información. Ahora, este actor conversa con nosotros para Crónica Popular, en su casa del madrileño barrio de Carabanchel. Lo hace con naturalidad, dejando fluir tranquilamente, sin vehemencia alguna, unas palabras que expresan sólidas convicciones ideológicas y políticas. Resultaría imposible no dar la razón al ex secretario general del PCE, Julio Anguita, cuando escribe en el prólogo a Razones para una rebeldía que Willy Toledo «es un rebelde sin pose ni afectación».
Willy Toledo pasó de ser conocido por su interpretación en películas y series de televisión de amplia aceptación popular a serlo por sus posiciones políticas en favor de los más desfavorecidos. Y, resueltamente, sin ambigüedades, contra el capitalismo y las políticas neoliberales aplicadas en España por el PSOE… Hoy, este actor, que desde hace ocho años vive sin televisión en su casa y al que «no llama la atención ni la fama, ni el dinero ni los privilegios», encarna el compromiso coherente de un ciudadano en la lucha política cotidiana:
«Soy un ciudadano al que su conciencia obliga a participar. Me encuentro a gusto trabajando en el mundo del cine, en el tajo. Pero, luego, ya en la parafernalia, me siento como un pez fuera del agua. Con el tiempo y la experiencia me he dado cuenta de que sólo ser actor no me hace feliz. Cuando empecé a ser conocido sentí como una obligación implicarme en la realidad política. Pero, años atrás, también me di cuenta de que cuando acudía a apoyar una acción de protesta o reivindicativa, los medios de comunicación terminaban hablando del actor o del famoso “concienciado” en lugar de hablar de la noticia real… Entonces, decidí acudir como ciudadano normal. Los actores debemos implicarnos en política en el mismo grado que cualquier otro ciudadano».
La guerra de Irak
En Razones para la rebeldía sitúa los hitos que jalonaron su transformación en un verdadero activista. Y él los recuerda para Crónica Popular.
«Hubo un punto de inflexión en el que pasé de ser una persona concienciada a ser algo más, a ser más activista, más ideologizado. Fue en año 2000, con la Ley de Extranjería de Aznar. Después de haber participado en una manifestación en contra de la ley, le dije a mi amigo el también actor Alberto San Juan: Está bien ir a manifestaciones. Pero creo que debemos dar un paso más e implicarnos activamente en la lucha por los derechos humanos y sociales. Al día siguiente había una asamblea en Lavapiés para decidir un encierro en una parroquia de Vallecas. Fuimos y terminamos encerrados durante un mes en aquella parroquia, junto a setenta u ochenta personas de más de una docena de nacionalidades…
»Aquellos días tenía trabajo pero cuando lo terminaba, volvía a la iglesia. Ya nada fue igual. En aquella parroquia aprendí cómo funcionan los movimientos sociales y la lucha política. Allí realmente aprendí a implicarme».
Dos años más tarde, tuvo una intervención memorable contra la guerra de Irak, contra la que se manifestó abiertamente desde su puesto de presentador de los Premios Goya, algo insólito, que sorprendió incluso a los mismos trabajadores de la televisión pública…
«Fueron tres horas en directo y en la primera cadena de TVE. Me contaron que, a la mañana siguiente los trabajadores de TVE se abrazaban e, incluso, algunos lloraban por haber visto aquel grado de libertad de expresión que no habían vivido en los últimos años. Era el momento en que Aznar estaba en plena crisis de grandeza y de soberbia, era recibido por Bush y su hija se casaba con todo el boato y la ostentación posible en el monasterio de El Escorial».
Desde hace meses, se pronuncia en contra de otras guerras en las que España está interviniendo. Como la de Libia. Pero es consciente de ya no existe en nuestro país aquella unidad de la izquierda que se observaba en contra de la guerra Irak.
«Si hoy hiciéramos una obra sobre la guerra de Libia, otra guerra igual de imperialista y criminal a la de Irak, ni los ayuntamientos del PP ni los del PSOE nos contratarían. Y, además, estoy convencido de que si ahora quisiéramos hacer algo similar a la gala del “No a la guerra” en la presentación de los Premios Goya mucha gente de la que entonces nos apoyó recurrirían ahora a idénticas acusaciones a las que esgrimió entonces el PP. El PSOE se está alineando “con los máximos criminales del planeta».
Orlando Zapata
El segundo punto de inflexión, su posición sobre la muerte Orlando Zapata en una cárcel de Cuba, tras una huelga de hambre.
«Lamento absolutamente la muerte de cualquier ser humano. Y mucho más la de alguien encarcelado y en huelga de hambre. Pero cuando ocurrió la de Orlando Zapata aclaré que este señor al que se llamó disidente no era más que un delincuente común manipulado por otras personas para que se pusiera en huelga de hambre y llegara al extremo de perder la vida. Entró en la cárcel varias veces por delitos tipificados como comunes en todos los países, incluido Cuba. Por allanamiento de morada, por crear desórdenes públicos y por abrirle la cabeza a un vecino con un machete… Decir todo esto me costó un verdadero linchamiento…».
Entonces y ahora, para él está claro que la muerte de Zapata fue utilizada como una pieza más lanzada contra el régimen cubano, cuyos logros defiende públicamente.
«Cuba es el país que ha sufrido más ataques terroristas de todo el mundo. Cuba es un referente para la izquierda mundial. Incluso, en las recientes revoluciones árabes se enarbolaban banderas con la efigie del Che Guevara y de Fidel Castro. Eso sucede por varias razones. Entre otras, porque en ningún lugar del mundo se puede hablar de justicia social si no se garantizan primero derechos humanos fundamentales, como la alimentación, la educación, la vivienda o la sanidad. Y en Cuba van sobrados de educación y salud, mientras que las otras necesidades, aunque de forma precaria, las atienden. Yo he visto más miseria en Miami, desde donde salen todos los ataques contra la revolución, que en Cuba. Allí se aprecia la realidad palpable de que un sistema socialista es posible».
Palestina y el pueblo saharaui
Willy Toledo presta un particular apoyo a la lucha del pueblo saharaui, al que se siente muy unido desde niño. Una solidaridad transmitida por su padre, nacido en Canarias. Y, para empezar, denuncia sin paliativos la postura de los gobiernos españoles…
«España es el país que ha hecho peor la descolonización. Todavía unos días antes de la Marcha Verde, que no era un movimiento civil sino que detrás de ella estaba el Ejército marroquí, fuertemente armado, Juan Carlos de Borbón aseguraba a los saharauis que sie
mpre serían españoles. Y, sin embargo, España abandonó completamente al pueblo saharaui. Y todos los Gobiernos españoles han olvidado la responsabilidad de España. Además, España está siendo cómplice de los crímenes que se llevan a cabo contra el pueblo saharaui por parte del ejército marroquí. Empresas españolas obtienen cada año muchos millones de euros con la venta de armas a Marruecos. Y todo el material antidisturbios con el que Marruecos reprime a los saharauis está vendido por España».
Además, frente a la propaganda de carácter nacionalista difundida desde Rabat, revela las verdaderas razones por las que Marruecos ocupó militarmente el Sahara e incumple sistemáticamente las resoluciones de la ONU sobre la celebración de un referéndum.
«Las tierras del pueblo saharaui fueron ocupadas por puros intereses económicos».
«Las tierras del pueblo saharaui fueron ocupadas por puros intereses económicos. El Sahara occidental tiene las mayores reservas mundiales de fosfatos e importantes recursos naturales en sus costas, que son expoliados por grandes empresas pesqueras españolas. Mientras tanto, en los territorios ocupados por Marruecos se está viviendo represión, torturas y desapariciones. Comprendería muy bien que el Frente Polisario terminara su tregua. Yo seré el último que anime al pueblo saharaui a volver a guerra. Pero lo están empujando a retomar las armas. Y si lo hacen tendrán mi ayuda, aunque tampoco quiero que bombardeen Marruecos para liberar el Sáhara. Porque sé que no va a morir Mohamed V. Van a morir los marroquíes».
En pleno mes de junio último, pocos días después de concluir Razones para una rebeldía, Wiily Toledo se embarcó junto a otros españoles en la II Flotilla a Gaza, con el objetivo de romper el bloqueo israelí y llevar ayuda humanitaria al pueblo palestino.
«Hace tiempo que decidí que ser rojo significa luchar y pelear por mejores condiciones para la vida de los seres humanos. Y a los palestinos los están matando. Están siendo objeto de una auténtica limpieza étnica y ya les han robado, desde 1948, el 90% de su territorio. Hoy, el pueblo palestino es un pueblo sometido, humillado y asesinado, al que se impide trabajar, ir al médico o estudiar y que tiene 11.000 presos políticos, cientos de ellos menores de edad. El gheto de Varsovia de ayer es el gheto de Gaza de hoy».
El 15-M
Sin olvidar este marco internacionalista, interviene como activista en los movimientos sociales que, desde meses atrás, han surgido en España. Entre ellos, en el 15-M, con cuyos integrantes participó en las acampadas en la Puerta del Sol de Madrid, aunque lo hizo de manera discreta, evitando aparecer ante los medios como protagonista.
«El 15M es lo mejor que ha pasado en este país en los últimos años. La desobediencia civil que supuso haber ocupado la Puerta del Sol se ejerció sin ningún tipo de miedo ni de reparo. Hemos dado un paso de gigante para exigir democracia. A pesar de que existe una sensación errónea por muchos de los participantes del 15- M de que esa fecha es el día Cero del año Cero de las movilizaciones políticas… Y no pueden ignorar así a los cientos de miles de ciudadanos de este país y de otros que no sólo estuvieron luchando y peleando por lo mismo que se pide desde el 15- M sino que han muerto por ello».
Willy Toledo, que no oculta su identificación con la experiencia de la CNT en Barcelona tras el golpe de Estado de 1936, participó en las últimas elecciones municipales como último candidato de la lista en El Coronil de Sevilla, de la coalición IU-CUT, la formación política del Sindicato de Obreros del Campo (SOC).
«Acepté apoyarlos de forma simbólica, porque sé que el SOC, porqué sé cuáles son sus propuestas y que las llevan a cabo cuando les vota. En los sitios donde gobiernan, como Marinaleda, ha conseguido un nivel cero de desempleo, vivienda para todos, acogen a los inmigrantes, ocupan latifundios y organizan cooperativas. El SOC no rehúye ningún conflicto y los afronta mediante la desobediencia civil».
Al final de la conversación, tras criticar la Ley Sinde, que «reduce el acceso a la cultura a las élites», y afirmar que «del mismo modo que el capitalismo es incompatible con la democracia también lo es la Monarquía», recuerda que hoy muchos españoles se están rebelando por muchas razones…
«Entre otras, porque hemos perdido la soberanía, ya que son los mercados y las instituciones financieras los que dictan a los gobiernos lo que tienen que hacer, tenemos una ley de extranjería racista e injusta, los derechos constitucionales como la vivienda o el trabajo no se cumplen… Y porque están dando los primeros pasos, que pueden ser irreversibles si no les ponemos remedio, para que la sanidad y la educación se privaticen…».
CRONICA POPULAR, 12/10/2011
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