El ya ex-presidente debe reflexionar, de momento, sobre el país de refugio donde podría disfrutar de una vida feliz con su familia, gracias a la riqueza mal adquirida por su familia durante su poder absoluto. Su sueño, no es Yeddah donde su avión tuvo, finalmente, la autorización para aterrizar después de varias horas de vagabundeo sin destino conocido. Es sin duda en París dónde le habría gustado establecerse con su familia.
Ben Ali debe reflexionar sin duda también sobre el sentido verdadero de la amistad de los dirigentes del país dónde hizo su carrera militar y que aseguró su promoción política hasta darle el empujon necesario para apoderarse del asiento de Habib Burguiba que la vejez habia convertido en un nino.
Debe, sobre todo, interrogarse sobre el sentido de la amistad, la dosis de sinceridad en política, los elogios con los que lo cubría generosamente Chirac después de que Sarkozy le hubiera significado, en pleno vuelo sobre el Mediterráneo, que no era bienvenido en Francia. En este campo y en el de la hospitalidad, debe reconocer que el país árabe que aceptó recibirlo se adelanta de lejos sobre Occidente.
La amistad de Francia con Ben Ali, es el amor de los turistas franceses por su litoral, de las empresas francesas por sus bonitos negocios en este país del Magreb, del gobierno de París por su antigua y fiel colonia y por el lugar que tiene en su política exterior.
Ben Ali, Bongo, Bokasa y los otros…
El expresidente de Gabón, la última muralla del antiguo imperio colonial francés en África, conocio algo de eso en vísperas de su muerte.
Sufriendo de un cáncer en estado avanzado, verá como lo negaran, a finales del 2009, el visado de entrada en Francia y morirá en una clínica privada en Cataluña. Sarkozy tenía sin duda buenas razones para no recibir a este fiel entre los fieles de su país que se ha vuelto intratable desde que un magistrado amenazara con examinarle por un asunto de corrupción si pisaba el suelo francés.
¿Ingratitud? ¡ Sin duda! ¿ Corrupción? ¡ Seguro! Ambos argumentos pesaron en la decisión del Elíseo para no recibir a Ben Ali. Nunca se sabe, en Paris, un pequeño juez podría indagar en los negocios de » Ben Ali-Trabelsi » donde las empresas francesas tuvieron la mayor parte del pastel. Estos negocios sucios suben, a menudo, muy alto. Sarkozy no necesita un tal escándalo en vísperas de las elecciones del 2012, y menos todavía de dar a su país la imagen de tierra del exilio que acoge, a la vez, a los opositores como a los déspotas de sus países de origen, pero de donde son eyectados los sin papeles sin ninguna consideración.
Los « amigos le dan la espalda
Francia debió observar pues un silencio perturbador durante las matanzas de Sidi Bouzid y de Túnez. La rebelión popular en Túnez permitió a la vez descubrir la gestión escandalosa de la ahora « era Ben Ali », pero también sobre las razones del silencio de Francia y el resto de países de la Unión Europea frente a la represión sanguinaria en Túnez.
El gobierno de Zapatero, donador de lecciones en materia de defensa de los derechos humanos allí dónde España tiene menos interés posible, observó un gran mutismo frente a lo que pasa en este país magrebí.
Solo los tuyos pueden traicionarte
Grandes intereses están, todavía, en juego allí. En 2010, la presidencia española de la Unión Europea había hecho un forcing para que los « 27 » otorguen a Túnez el ventajoso « estatuto avanzado » con la UE, un privilegio del que sólo goza Marruecos hasta ahora. Un régimen también despótico como el de Ben Ali (que viola diariamente los derechos humanos tanto en Marruecos como en el Sahara Occidental, ndds)
En septiembre pasado, el gobierno español había abortado la preparación por una organización civil canadiense de una conferencia internacional en Madrid sobre los derechos humanos en Túnez, negando el visado de entrada a la oposición tunecina.
Al igual que Francia, España y el resto de los países europeos « amigos » de Túnez habian dado la espalda al pueblo tunecino en los momentos más difíciles, cuando manifestaba su cólera contra una feroz dictadura, y hoy al mismo Ben Ali.
De su exilio no elegido, en Yeddah, esperando el exilio dorado, el ex-presidente tunecino debe meditar sobre este adagio muy francés: » La traicion solo puede venir de los tuyos « . Los suyos, ya no son los tunecinos que le retiraron su confianza. Eso, sin duda lo ha comprendido. Es Francia, y con ella toda la Europa Occidental. Estos « amigos » a los que sirvió. Esto, debe haberlo comprendido también.
H.A.
La mujer de Ben Alí huyó con 1,5 toneladas de oroQuien fuera mujer de Ben Ali…